Entre los objetivos del milenio trazados en el año 2000 estaba reducir a la mitad la pobreza al llegar el año 2015, lo que no se logrará si la financiación al desarrollo sigue al ritmo actual. Se requieren respuestas audaces de los países desarrollados contra el hambre. El combate de la pobreza es hoy más que un tema de justicia social, una necesidad económica. Hay necesidad de mejorar la inversión pública y privada, el combate contra la pobreza debe ir más allá de los programas asistenciales que sólo mitigan la pobreza en forma temporal.
Se requieren 50,000 millones de dólares para reducir a la mitad la pobreza en el mundo hasta el año 2015, según la ONU. Esta misma organización expresa que los recursos pueden obtenerse en cualquiera de estas fuentes: si los ricos pagaran 0.2% del valor de su patrimonio, si por cada tonelada de dióxido de carbono que se vierta a la atmósfera se pagaran 10 dólares, si a los 210,000 millones de dólares de las transacciones financieras diarias, se aplicara una tasa de 0.005%, si las multinacionales dieran 1% de sus beneficios, si de las ventas legales de armas se dedi-caran apenas 10% de ayuda al desarrollo. Es decir, hay capacidad y recursos suficientes en el mundo para erradicar el hambre y la pobreza y promover el desarrollo económico sustentable con justicia social. Es un escándalo que con los medios para poder erradicarla, el hambre tenga que esperar. No habrá estabilidad ni seguridad en el mundo sino hasta cuando se establezca un orden más democrático y justo. La paz nunca surgirá de la pobreza y el hambre.
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